Apuntes históricos del Canal de Riego de Surco
El “Río Surco” (Canal Derivador Surco), es una fuente hídrica de carácter regulado que toma sus aguas en la margen izquierda del Rió Rimac en la zona conocida actualmente como lotización Santa Marta Ex-Fundo Zavala (Ate-Vitarte), para desembocar al mar en la playa La Chira (Chorrillos), después de un recorrido aproximado de 29.5 Km.
A la cultura Lima (100 DC al 600 DC) se le debe la transformación de un desierto a un valle, el desarrollo de obras hidráulicas en el desierto costeño posibilitó un valle verde que alimentó a 200 mil habitantes durante 6 siglos. En el horizonte medio (500 DC al 900 DC), los Wari, pueblo proveniente de Ayacucho, dominaron buena parte de los Andes Centrales, ocupando también la comarca de Lima, construyendo un centro administrativo-militar y de acopio en Cajamarquilla y un gran templo en Pachacamac. A ellos se debe la construcción del Canal Derivador Surco o “Río Surco”, era el más perfecto en cuanto a su trazo e ingeniería.
El “Río Surco”, cruzaba e irrigaba el área media del Valle del Rimac, fertilizando casi la mitad de toda el área de cultivo compuesta por los actuales distritos de El Agustino, San Borja, La Molina, La Victoria, Surco, Surquillo, Miraflores, Barranco y Chorrillos. Esta vasta campiña henchida de vida, constituyó el señorío de un pueblo agrícola y artesanal cuyos sembríos de papa, fríjol, pallar, camote, yuca, calabaza, zapallo, convirtieron a este pueblo en centro de vida, alimento y descanso, tanto para el pueblo como para las tropas de paso.
Cuando Pizarro decidió fundar La Ciudad de los Reyes, en tierras del Curaca de Lima, la parte baja del valle comprendía varios señoríos. En aquel entonces cada cacicazgo poseía sus propias tierras y entre ellas las había las que pertenecían a los señoríos, a los hombres del común y también contaban las chacras del Inca, del Sol, de la Mamacona y de numerosas huacas y dioses venerados en el lugar. Los principales señoríos del valle y sobre los que hay noticias son los de Lima, Sulco, Guatca y Malanca. Faltan noticias de los curacazgos del Callao, Guala y Amancaes. La organización social, política y económica de la sociedad Lima giraba alrededor de los ríos y acequias. Por ello los canales tomaron los nombres de los curacazgos y señoríos.
En los valles costeños, donde prácticamente no llueve, la agricultura esta supeditada a las obras hidráulicas y es comprensible que los canales principales que salían del Río Rimac tuviesen antaño, la misma importancia que ahora. Si bien no se conocen las bocatomas y el recorrido de los canales antes de la fundación española, por la topografía y régimen de aguas no pudieron ser muy distintos de lo que fueron posteriormente.
Estos canales de riego partían del Río Rimac, a diversos trechos y alturas y como un abanico seguían el relieve del terreno y se extendían por el valle. La parte baja del valle de Lima era regada por varios canales principales cuya toma se situaban río arriba. En la margen izquierda la primera bocatoma, cuando la quebrada se abre como un delta, era el canal de Lati, cuyo inicio esta en Santa Clara. En su entorno se extendía el curacazgo de Lati (Rostworowsky, 1985). Los españoles fundaron en Lati una reducción indígena y obligaron a los habitantes de las aldeas vecinas a establecerse en el. El nuevo pueblo recibió el nombre de Santa Cruz, conocido posteriormente como Ate.
Después del canal de Lati seguía el de Surco y su toma arrancaba en el fundo Zavala y terminaba en la hacienda Villa, regando todas las tierras de su alrededor. Este canal era el más caudaloso del valle, llegando a circular hasta 10 m3/seg, por eso se le conocía como “Rió Surco” y en su contorno se asentaba el Señorío del mismo nombre. El curacazgo de Surco comprendía lo que hoy es Surco, Chorrillos, Barranco, Surquillo, parte de Miraflores y Santa Anita.
En la etapa virreinal Lima crece y se derivan nuevos cursos de agua para regar jardines, huertas y monasterios. Una red de 1,090 acequias pasaba por el interior de las casas y las calles. Los limeños toman agua de los canales para sus necesidades básicas, pero el crecimiento de la ciudad hizo que se usen también como drenaje de los desagües, no existía alcantarillado en la ciudad. Desde 1784, la distribución del agua de riego se hizo sobre la base del Reglamento de Aguas de Cerdan.
En el periodo republicano, hasta fines de la primera mitad del siglo XX, se pudo apreciar que el poblador agrícola, consciente de su importancia, aun se establecía lejos de la orilla del canal (camino de vigilancia o faja marginal) y controlaba la erosión de su suelo con bosques de especies nativas, lo que le permitía mejorar el régimen hidrológico, actuando como un mecanismo regulador hídrico y aportando en la tasa de evapotranspiración de la cuenca del Río Rimac.
La expansión urbana a expensas de las áreas agrícolas, que se remonta a la década de los cuarenta, inicia un proceso de urbanización propiciado por el proceso de migración rural, desconociendo y subvalorando factores funcionales y ambientales del “Río Surco”. El mismo que en muchos tramos esta revestido y/o se ha convertido en un gran colector de los desagües de los diferentes asentamientos humanos afincados en sus márgenes.
Esta situación aunado a la casi desaparición de las áreas agrícolas tienen serias implicancias en la napa freática del acuífero de Lima Metropolitana, utilizando su cauce como colector de todo tipo de residuos sólidos y líquidos, por lo que toda obra de canalización debe contemplar estos factores negativos para el dimensionamiento de la sección y las obras de arte necesarias para su buen funcionamiento en concordancia con las normas vigentes. El Canal Derivador Surco (“Río Surco”) y sus canales laterales, han constituido, constituyen y constituirán un elemento de suma importancia para la recarga de la napa freática.
En la actualidad las aguas del “Río Surco” básicamente son utilizadas para irrigar las crecientes áreas verdes y forestales de la ciudad, y los que estamos involucrados debemos sentirnos orgullosos ya que: El manejo sostenible de las áreas verdes y forestales urbanas contribuyen al bienestar ambiental, social y económico de la sociedad limeña y de ser una parte indispensable de cualquier estrategia ambiental del desarrollo sostenible de la ciudad de Lima.